Líder de la Academia
William Gibson
"Monten en los rayos de música para volver a la base."
Hace desaparecer progresivamente en un vector de silbatos de tren y en esta inclinación de sol invernal en particular grabada en acero que estas manifestaciones favorecen, dejando el más leve sonido y las notas de piano introductorias de East St. Louis, este peligroso viejo caballero literato quien envió fuera a tantos de nosotros, bajo órdenes selladas, hace muchos años. . .
El inspector Lee enseñó un nuevo ángulo____
Las frecuencias del silencio; paredes en blanco en el nivel de la calle. En el campo plano. Nos convertimos en mecánicos de campo. Desciframos las celosías. Patrullamos las fallas profundas. Bajo las luces. Sueños de máquinas. Las multitudes, arrasadas con con... Shibuya Times Square Picadilly. Un auto estacionado, una arena de pasto, una fuente llena de tierra. En la hora de los lobos de halógeno... La hora recordada. En el silencio de la radio...
Sólo un conductor casual en la hendidura de gasolina de la historia, oficial. . .
Ensambló la palabra ciberespacio con pequeños y fácilmente disponibles componentes del lenguaje. Espasmo neológico: el acto primario de la poética del pop precedió cualquier otro concepto. Elegante y hueco -en espera de un significado recibido.
Lo único que hice: doblar palabras como se me enseñó. Ninguna otra palabra se incrementaba en los intersticios.
"Caballeros, ese no es ahora ni será nunca mi interés. . ."
No es lo que hago.
Yo trabajo el ángulo del tránsito. Vectores de plaza de neón, consumidores licenciados, actos primarios y jamás soñados. . .
La arquitectura de la realidad virtual imaginada como un acrecentamiento de sueños: salones de tatuajes, galerías de tiro, galerías de billares romanos, puestos débilmente iluminados con montones de revistas para caballeros de distintos años manchadas por la humedad, cafeterías de segunda, locales de técnicos dentales sin licencia, de cohetes y carnada preparada, tiendas de apuestas, bares de sushi, proveedores de aparatos sexuales, prestamistas, bares de wonton, hoteles del amor, puestos de hotdog, fábricas de tortillas, verdulero s chinos, tiendas de licor, herbolarios, quiroprácticos, barberos, bares.
Estos son los sueños del comercio. Sobre ellos se alzan barrios intrincados, zonas de fantasía más privada. . .
El ángulo del tránsito nos coloca frente a esta polvosa mesa de cartas en un centro comercial subterráneo en la Zona de Libre Comercio de Darwin, zumbido muzak* de los promedios del análisis de sueros para California-Oregon, factoides de la tasa de mutación EBV y translocaciones específicas en el punto de ruptura cercano al oncógeno c-myc. . .
Es la segunda semana de Kelsey en Australia y su hermano se queda tercamente en el condominio, viendo televisión, jugando El cráneo del gladiador y un nuevo juego japonés llamado Jardín de la tortura. Camina kilómetros de centro comercial que podrían ser fácilmente Santa Bárbara de nuevo o Singapur, compra revistas de modas británicas, hurtando sombras italianas para los ojos; sólo las estrellas de la noche son distintas, la Cruz del Sur, y los niños chinos se deslizan sobre patinetas decoradas con neón.
Ella se detiene frente a un vendedor sin licencia, su rostro marcado por costras pálidas de cáncer de sol. Tiene una decena de cassettes a la vista para su venta, sus cajas de plástico rayadas y polvosa_. "Toda la ciudad está allí", dice, "Kyoto, suya por veinte". Ella ve al hombre de seguridad, alto y ancho, con un chaleco de kevlar, de ojos azules, acercándose para echar fuera al viejo, cuando por impulso lanza una moneda al aire y agarra la cosa, sea lo que sea, y se da la vuelta, sonriendo vagamente, y se pasea frente al guardia y se aleja. Ella es una consumidora con licencia, intocable, y al mirar hacia atrás ve al vendedor que mira de reojo al guardia y ríe burlonamente para expresar su desafío, ni una pista de la moneda de $29. . .
Ni una señal de su hermano cuando regresa al condo. Se pone los lentes y los guantes y coloca en la rendija al Kyoto virtual. . .
Una vez perfeccionadas, las tecnologías de la comunicación rara vez desaparecen por completo; más bien, se encogen para caber en nichos particulares de la estructura de información mundial. Los radios de cristal han sido propuestos como un medio de transmitir los tiempos óptimos para plantar las semillas a tribus agrarias aisladas. El mimeógrafo, uno de los muchos dinosaurio s recientes de la oficina urbana, brilla aún con un potencial no disminuido de samisdat en los lugares atrasados del siglo, la respuesta de la época victoriana tardía a las ediciones de escritorio. Los bancos de las innumerables villas del Tercer Mundo siguen sumando los totales del día con la manivela de las viejas máquinas de sumar Burroughs de color negro, encanillando metros de tenues cifras en tinta color índigo en largas, extrañamente festivas, tiras de papel, mientras que la Unión Soviética, aún no entusiasmada por la nueva diversión técnica para tirar, se ha convertido en la última fuente confiable de tubos de vacío. El formato de cinta de ocho canales sobrevive en las paradas de camiones de carga del Sur Profundo, como medio para la música campirana y la pornografía de la palabra hablada.
La Calle encuentra sus propios usos para las cosas -usos que los fabricantes jamás imaginaron. La grabadora de microcintas, originalmente pensada para el dictado de ejecutivos muy ocupados, se convierte en el medio revolucionario de magnetisdat, que permite la difusión encubierta de discursos políticos prohibidos en Polonia y China. El zumbador y el teléfono celular se convierten en herramientas económicas en un mercado de drogas ilícitas cada vez más competitivo. Otros artefactos tecnológicos se convierten inesperadamente en medios de comunicación. .. La lata de aerosol da vida a la matriz urbana de inscripciones pintadas. Los fIexidiscos hechos en casa de la prensa rockera soviética a partir de placas de rayos x de tórax usadas. . .
Quince piedras sobre arena blanca. .
Las sandalias de un gigante que fue derrotado por un enano.
Un pabellón de oro, otro de plata.
Una catárata donde la gente reza.
Su madre se quita los lentes. Su madre mira el cronómetro. Tres horas. "Pero no te gustan los juegos, Kelsey... "
"No es un juego", lágrimas en sus ojos. "Es una ciudad". Su madre se pone los lentes, mueve la cabeza de lado a lado, se quita los lentes. "Quiero ir allá", dice Kelsey.
"Es distinto ahora. Todo cambia".
"Quiero ir allá", insiste Kelsey. Se vuelve a poner los lentes porque la mirada de su madre la asusta.
Las piedras, la arena blanca: picos envueltos en nubes, islas en la corriente...
Ella quiere ir allá. . .
"Los numerales del LÍDER DE LA ACADEMIA que tenían un objetivo eran signos cabalísticos hipnogógicos que precedían el estado de ensueño del filme."
* Marca registrada utilizada para la música de fondo que se transmite por cable a la bocina del suscriptor. [N. del T.]
William Gibson
"Monten en los rayos de música para volver a la base."
Hace desaparecer progresivamente en un vector de silbatos de tren y en esta inclinación de sol invernal en particular grabada en acero que estas manifestaciones favorecen, dejando el más leve sonido y las notas de piano introductorias de East St. Louis, este peligroso viejo caballero literato quien envió fuera a tantos de nosotros, bajo órdenes selladas, hace muchos años. . .
El inspector Lee enseñó un nuevo ángulo____
Las frecuencias del silencio; paredes en blanco en el nivel de la calle. En el campo plano. Nos convertimos en mecánicos de campo. Desciframos las celosías. Patrullamos las fallas profundas. Bajo las luces. Sueños de máquinas. Las multitudes, arrasadas con con... Shibuya Times Square Picadilly. Un auto estacionado, una arena de pasto, una fuente llena de tierra. En la hora de los lobos de halógeno... La hora recordada. En el silencio de la radio...
Sólo un conductor casual en la hendidura de gasolina de la historia, oficial. . .
Ensambló la palabra ciberespacio con pequeños y fácilmente disponibles componentes del lenguaje. Espasmo neológico: el acto primario de la poética del pop precedió cualquier otro concepto. Elegante y hueco -en espera de un significado recibido.
Lo único que hice: doblar palabras como se me enseñó. Ninguna otra palabra se incrementaba en los intersticios.
"Caballeros, ese no es ahora ni será nunca mi interés. . ."
No es lo que hago.
Yo trabajo el ángulo del tránsito. Vectores de plaza de neón, consumidores licenciados, actos primarios y jamás soñados. . .
La arquitectura de la realidad virtual imaginada como un acrecentamiento de sueños: salones de tatuajes, galerías de tiro, galerías de billares romanos, puestos débilmente iluminados con montones de revistas para caballeros de distintos años manchadas por la humedad, cafeterías de segunda, locales de técnicos dentales sin licencia, de cohetes y carnada preparada, tiendas de apuestas, bares de sushi, proveedores de aparatos sexuales, prestamistas, bares de wonton, hoteles del amor, puestos de hotdog, fábricas de tortillas, verdulero s chinos, tiendas de licor, herbolarios, quiroprácticos, barberos, bares.
Estos son los sueños del comercio. Sobre ellos se alzan barrios intrincados, zonas de fantasía más privada. . .
El ángulo del tránsito nos coloca frente a esta polvosa mesa de cartas en un centro comercial subterráneo en la Zona de Libre Comercio de Darwin, zumbido muzak* de los promedios del análisis de sueros para California-Oregon, factoides de la tasa de mutación EBV y translocaciones específicas en el punto de ruptura cercano al oncógeno c-myc. . .
Es la segunda semana de Kelsey en Australia y su hermano se queda tercamente en el condominio, viendo televisión, jugando El cráneo del gladiador y un nuevo juego japonés llamado Jardín de la tortura. Camina kilómetros de centro comercial que podrían ser fácilmente Santa Bárbara de nuevo o Singapur, compra revistas de modas británicas, hurtando sombras italianas para los ojos; sólo las estrellas de la noche son distintas, la Cruz del Sur, y los niños chinos se deslizan sobre patinetas decoradas con neón.
Ella se detiene frente a un vendedor sin licencia, su rostro marcado por costras pálidas de cáncer de sol. Tiene una decena de cassettes a la vista para su venta, sus cajas de plástico rayadas y polvosa_. "Toda la ciudad está allí", dice, "Kyoto, suya por veinte". Ella ve al hombre de seguridad, alto y ancho, con un chaleco de kevlar, de ojos azules, acercándose para echar fuera al viejo, cuando por impulso lanza una moneda al aire y agarra la cosa, sea lo que sea, y se da la vuelta, sonriendo vagamente, y se pasea frente al guardia y se aleja. Ella es una consumidora con licencia, intocable, y al mirar hacia atrás ve al vendedor que mira de reojo al guardia y ríe burlonamente para expresar su desafío, ni una pista de la moneda de $29. . .
Ni una señal de su hermano cuando regresa al condo. Se pone los lentes y los guantes y coloca en la rendija al Kyoto virtual. . .
Una vez perfeccionadas, las tecnologías de la comunicación rara vez desaparecen por completo; más bien, se encogen para caber en nichos particulares de la estructura de información mundial. Los radios de cristal han sido propuestos como un medio de transmitir los tiempos óptimos para plantar las semillas a tribus agrarias aisladas. El mimeógrafo, uno de los muchos dinosaurio s recientes de la oficina urbana, brilla aún con un potencial no disminuido de samisdat en los lugares atrasados del siglo, la respuesta de la época victoriana tardía a las ediciones de escritorio. Los bancos de las innumerables villas del Tercer Mundo siguen sumando los totales del día con la manivela de las viejas máquinas de sumar Burroughs de color negro, encanillando metros de tenues cifras en tinta color índigo en largas, extrañamente festivas, tiras de papel, mientras que la Unión Soviética, aún no entusiasmada por la nueva diversión técnica para tirar, se ha convertido en la última fuente confiable de tubos de vacío. El formato de cinta de ocho canales sobrevive en las paradas de camiones de carga del Sur Profundo, como medio para la música campirana y la pornografía de la palabra hablada.
La Calle encuentra sus propios usos para las cosas -usos que los fabricantes jamás imaginaron. La grabadora de microcintas, originalmente pensada para el dictado de ejecutivos muy ocupados, se convierte en el medio revolucionario de magnetisdat, que permite la difusión encubierta de discursos políticos prohibidos en Polonia y China. El zumbador y el teléfono celular se convierten en herramientas económicas en un mercado de drogas ilícitas cada vez más competitivo. Otros artefactos tecnológicos se convierten inesperadamente en medios de comunicación. .. La lata de aerosol da vida a la matriz urbana de inscripciones pintadas. Los fIexidiscos hechos en casa de la prensa rockera soviética a partir de placas de rayos x de tórax usadas. . .
Quince piedras sobre arena blanca. .
Las sandalias de un gigante que fue derrotado por un enano.
Un pabellón de oro, otro de plata.
Una catárata donde la gente reza.
Su madre se quita los lentes. Su madre mira el cronómetro. Tres horas. "Pero no te gustan los juegos, Kelsey... "
"No es un juego", lágrimas en sus ojos. "Es una ciudad". Su madre se pone los lentes, mueve la cabeza de lado a lado, se quita los lentes. "Quiero ir allá", dice Kelsey.
"Es distinto ahora. Todo cambia".
"Quiero ir allá", insiste Kelsey. Se vuelve a poner los lentes porque la mirada de su madre la asusta.
Las piedras, la arena blanca: picos envueltos en nubes, islas en la corriente...
Ella quiere ir allá. . .
"Los numerales del LÍDER DE LA ACADEMIA que tenían un objetivo eran signos cabalísticos hipnogógicos que precedían el estado de ensueño del filme."
* Marca registrada utilizada para la música de fondo que se transmite por cable a la bocina del suscriptor. [N. del T.]